El inglés G.K Cherteston escribió este poema a principios del siglo xx alabando el empeño de España por combatir a los infieles, exactamente al imperio Otomano, mientras otros paises como su patria misma y Francia entre otros, se desentendieron o incluso se aliaran con los infieles, y dice así:
Corren las blancas fuentes en los patios soleados y, mientras juegan, ríe el Sultán de Bizancio en su temido rostro, cual las fuentes, su risa, que la maraña obscura de sus barbas agita y abre la media luna sangrienta de sus labios porque al cerrado mar estremecen sus barcos, retaron las repúblicas de los cabos itálicos y echaron del Adriático al León de San Marcos. Tendió el Papa los brazos entre pena y quebranto: la Cruz pide su espada a los Reyes Cristianos. La Reina de Inglaterra se remira en su espejo; y el enclenque Valois en misa da un bostezo; truenan en lejanas islas los cañones de España, y el rey del Cuerno de Oro al sol ríe y solaza. ... Y se ríe a través de su barba galana de los tronos del mundo, su cabeza levanta cual bandera de cuantos aman la libertad. ¡Bese el sol a nuestra España, y a África mal rayo parta! Don Juan de Austria cabalga hacia el mar. ... Cañonea Don Juan –su nave tinta en sangre las olas cual bajel pirata torna almagre– va la púrpura en ríos sobre el oro y la plata; saltan las escotillas a recios golpes de hacha, y surgen los cautivos: son cientos, millaradas, pálidos y dichosos, cegadas las miradas. ¡Dómino gloria! ¡Viva España! ¡A los cautivos libró Don Juan de Austria ... En la galera envaina Cervantes su tizona (regresa Don Juan de Austria, de lauros se corona) y se ve sobre las tierras fatigadas de España un caballero flaco que incansable cabalga, y sonríe, y retorna el acero a la vaina (pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada)". |