 Las predicciones meteorológicas nos previenen: si vas a Granada City te vas a torrar. Da igual, está previsto y organizado: todo juega a favor de las travesuras del tiempo, el cronológico y el espiritual. Grand nos espera. Nosotros dos, Raquel y Alberto, somos de mucho madrugar, y con más afectación cuando las condiciones acompañan, incluso empujan. El reencuentro en Otura ha sido programado a una hora concreta: las 10:30; buena y no hay más que hablar. Así que partimos armados de un jamón treveleño partimos hacia la vega granadina, a la margen izquierda de la GR-30. En la casita que Txetxu y Rebeca veranean estos últimos años, en Otura, hay pocas novedades, pero algunas sustanciosas. Un aparato de aire acondicionado ha brotado en lo alto de la pared de la sala y para acceder a la piscina ya no es necesario dar el rodeo absurdo que alguien con poco seso planteó en su momento; mejoras bien implementadas. Txetxu coloca el jamón en el jamonero de acero que les regaló Raquel el año pasado y partimos los cinco en nuestro coche; los cinco porque no hay que olvidar que "El Tarareador de Erandio" se sumó al veraneo el pasado jueves 19. Nadie ameniza los silencios como lo borda Jorge, es un pasote de guay. El coche se queda en la planta menos dos del parking Puerta Real. En la calle la temperatura ya se acerca a los grados del mediodía, cosa que inquieta y condiciona las actividades previstas. Recorremos las estrechas calles comerciales. Rebeca compra unas chanclas en un Decathlon. Rebeca tiene que tirar unas instantáneas en el Mirador de San Lorenzo, en el Albaicín: autobusito y para arriba. Fotos en el Mirador mientras cantan los gitanos sus melodías de gitanos. Cañas en una de las terrazas de allá al lado. Les convenzo para descender hacia la zona de la calle Elvira atravesando los vericuetos y las callejuelas que del Albaicín discurren hacia abajo. Descendiendo estamos cuando nos topamos con la terraza de un bar, con sus mesas libres cobijadas a la sombr... leer más |