Arbancón. Realidad y ficción en la edad del Hierro (s. V a. C)
Original del 2015
Cuentan los gnomos habitantes del Arca Vieja, que en el Arbancón prerromano gobernó un rey, hacia el año 490 a. C., llamado KAIKOKO (de los Kaicocos).
Los Kaicocos eran Herreros, hijos de generaciones de herreros, que batieron el cobre y el bronce, pero ahora, en ese año, se conmemoraba el 50 aniversario del batido del hierro, un mineral mas resistente para las espadas y todo tipo de objetos, que había convertido a la aldea en una pequeña ciudad.
Aquí se confeccionaban las espadas para los reyes míticos, pues su dureza era insuperable ya que habían descubierto un método para endurecerlo aún mas (varios siglos después los romanos comprobarían y se asombrarían de su temple).
KAIKOKO era un rey herrero, y como tal, le gustaba la buena cerveza, de manera que solía organizar, una vez al año, un concurso al que acudían cerveceros de todos los rincones, pues el premio era una espada confeccionada por el mismísimo.
Las minas, de donde se extraía el Kaiko (Calco, Chalcós griego = cobre) mineral de calcopirita compuesto por hierro y cobre, estaban en el corazón de su reino (cuencas de los ríos Bornova y Sorbe muy metalíferas: hierro, cobre, plata, oro, etc.), por lo que el trabajo y la prosperidad no les faltó. Su reino llegaba hasta la orilla Sur del río Duero, pero su nombre era conocido en Tartesos y hasta en las Islas Secretas.
SEKONTOS era el mejor cervecero de la zona, vivía en lo que hoy llamamos Muriel y utilizaba las aguas del río Sorbe, la cebada de Tamajon y Beleña y el lúpulo del pico Ocejón (2.048 m), para conseguir su exquisito caldo. Sekontos poseía dos espadas de Kaikoko y se preparaba para conseguir su ansiada 3ª, pues tenía dos hijos de AREVA ( hidrónimo de donde procede el nombre arévaco según Plinio) su mujer.
AREVA era molinera y tenía un molino de precisión en la orilla del río, allí molían los cuatro cereales que se cultivaban por la zona, cebada, centeno, trigo y avena. Ella había descubierto que escondiendo bajo tierra húmeda, las planchas de hierro hasta que se oxidaban, obtenía éste después un temple mas duro y resistente. Era el Secreto guardado por los Herreros Kaicocos, y todos los arévacos e íberos de la época conocían su nombre: AREVA ANCÓN nacida en los ancones o esteros de Arbancón.
Entre las desembocaduras de los ríos Aliendre y Sorbe, al río Henares, se erigía la imponente ciudad de KAISEDA, donde se embarcaban las espadas de los Kaicocos para surtir los mercados ribereños del Henares, Jarama y Tajo. De esta ciudad era originario el rey de los arévacos instalado ahora en Arbancón. Allí aprendió el oficio en una de las 12 fraguas que funcionaban de manera continua en la ciudad. Estaba muy familiarizado con los metales y con la escritura de Tartessos y Grecia (desde donde le llegaban algunos "libros" de temática Dionisiaca rural, sus preferidos). Aprendió a escribir el lenguaje de Tartessos a los 12 años cuando leyó una frase en griego (su lenguaje materno) del escritor Kolaios de Samos que decía: "Tartessos. El reino de la felicidad y la fortuna", desde entonces quiso viajar y conocer las minas de goethita de Tharsis (río Tinto, Huelva) y el lago Ligur, del que le hablaban maravillas los viajeros que subían el río para comprar objetos del endurecido metal. Enseguida entró en la fragua de su padre y se familiarizó con el bronce (fíbulas, cadenillas. colgantes...) y el hierro (puntas de lanza, hachas, espadas...). Fabricó su primera espada a los 13 años, nunca olvidaría aquella estampa le dijo su padre, y que razón tenía, pues llevaba su energía (el mismo recogió el hierro, lo batió y le dio forma bajo el martillo pilón). Ahora con el tiempo recordaba sus pequeñas imperfecciones, pero cuando la hizo le parecía magia pura ver el color del metal al rojo vivo dilatarse hasta alcanzar la forma definitiva.
Continuará.
Historia basada en pruebas reales. Tanto de cerveza como de hierro. Os lo aseguro.
La realidad supera a la ficción
Arbancón (Guadalajara). |
